El amor tiene espinas que se meten
debajo de mis uñas
y pequeños dientes
que me muelen el alma.
Pero lo sigo buscando,
aunque se me presenta
como utopía, como sueño, como nada.
El vacío no duele tanto.
Máscara tras máscara fue mostrando su rostro,
flaco, huesudo, airado.
Sus ojos rojizos me apretaron
y me invadió la angustia definitiva.
Esta es la gran compañera,
la que me acaricia el alma y el sexo,
la que me aplastó el pecho
y la que llena mis sueños.
No lucharé más.
Mis armas están rotas en astillas cristalinas
que se han vuelto arena
y que yo mismo pisoteo.